Un menor fue atropellado este lunes por un tráiler en la avenida Román Cepeda, a la altura del ejido Piedras Negras, luego de que el conductor intentara esquivarlo sin éxito. El accidente reaviva el debate sobre el peligro que representa el tránsito de vehículos pesados en zonas urbanas, un problema que podría mitigarse si el Libramiento Ancira estuviera en funcionamiento.
Actualmente, tanto el bulevar República como la avenida Román Cepeda son utilizadas diariamente por tráileres que se dirigen a Ciudad Acuña. Muchos de estos vehículos podrían evitar atravesar la mancha urbana si no fuera por el abandono del libramiento, una obra marcada por irregularidades desde su origen.
El Libramiento Alonso Ancira fue inaugurado en 2011 por el entonces gobernador Rubén Moreira, con un costo superior a los 160 millones de pesos. Sin embargo, nunca se concluyó correctamente. A más de una década de su “entrega”, la vía continúa en penumbras, sin iluminación, con tramos intransitables, baches y secciones de terracería. Además, carece del puente que la conectaría con la carretera 57, elemento clave para su operatividad.
A pesar de los millones de pesos invertidos, la vialidad permanece inútil. De estar funcional, sería una alternativa eficiente para transportistas que transitan entre la carretera 57 y Ciudad Acuña, así como para quienes vienen de la carretera 2 y buscan enlazarse al Libramiento Centenario.
Hoy, el Libramiento Ancira, que lleva el nombre de una figura polémica vinculada a casos de corrupción, es un emblema del abandono y la impunidad. Su inoperancia obliga al tráfico pesado a recorrer calles urbanas de Piedras Negras, donde a diario se generan congestiones y situaciones de riesgo. Tal es el caso de la rotonda del Ejido, donde los tráileres suelen quedar atorados al girar rumbo a Ciudad Acuña, provocando caos vial y potenciales accidentes.