Vance Luther Boelter, de 57 años, compareció este lunes ante la justicia federal acusado de seis cargos, entre ellos asesinato y acoso, luego de una serie de ataques dirigidos contra funcionarios electos en Minnesota. Entre las víctimas se encuentran la legisladora estatal demócrata Melissa Hortman y su esposo, Mark, quienes fueron asesinados el sábado en Brooklyn Park. El ataque fue descrito por las autoridades como políticamente motivado y una amenaza directa a la democracia.
El fiscal federal interino Joseph Thompson afirmó que Boelter actuó con premeditación, realizando tareas de vigilancia, recopilando información sobre sus víctimas y sus familias, y tomando notas antes de los ataques. Además de los cargos federales, enfrenta acusaciones estatales por asesinato e intento de asesinato en segundo grado.
La cacería humana para dar con su paradero se convirtió en la más grande en la historia del estado, según informó Alvin Winston, agente especial del FBI en Minneapolis. Boelter fue encontrado el domingo en un bosque cerca de su residencia y se entregó sin resistencia tras una intensa búsqueda iniciada el sábado por la mañana.
Las autoridades revelaron que Boelter también se dirigió a los domicilios de otros dos legisladores con la intención de atacarlos. Uno de ellos no se encontraba en casa y en el segundo caso, la llegada de la policía frustró el intento del agresor. Aunque no se han revelado oficialmente los nombres de estos funcionarios, se sabe que el senador estatal John Hoffman y su esposa Yvette fueron blanco de disparos pero lograron sobrevivir.
Boelter podría enfrentar cadena perpetua o la pena de muerte si los cargos federales por asesinato con arma de fuego prosperan. El fiscal Thompson no descartó esta posibilidad, aclarando que la decisión dependerá del desarrollo del proceso legal y de la acusación formal por parte de un gran jurado.
En un mensaje en redes sociales, la oficina del sheriff del condado de Ramsey calificó a Boelter como “el rostro del mal”, celebrando su captura y destacando la labor conjunta de las agencias policiales involucradas.
Aunque oficialmente Boelter figuraba como “sin preferencia partidista”, registros muestran que se inscribió como votante republicano en los años 2000. Un amigo cercano, David Carlson, declaró que el acusado era simpatizante del expresidente Donald Trump y se oponía firmemente al aborto y a los derechos de la comunidad LGBT. Carlson también mencionó que Boelter había atravesado serios problemas económicos y de salud mental, y que la noche anterior a los crímenes le envió un mensaje de despedida.
Las investigaciones continúan mientras se determina el curso judicial que seguirá este caso, considerado uno de los más graves ataques políticos en la historia reciente del estado.