Artemio Gómez es un vendedor ambulante que recorre las calles del centro vendiendo rosarios hechos a mano. Él acepta que no se le permita vender dentro del primer cuadro de la ciudad, ya que entiende que se busca cuidar la imagen del lugar. Sin embargo, pide al alcalde que le permitan seguir trabajando unas cuadras más allá, donde hasta ahora ha ofrecido sus productos sin causar problemas.
“Yo no me drogo, no tomo y no molesto a la gente. Solo ofrezco mis rosarios de manera respetuosa”, comenta Artemio, quien asegura que lo único que busca es ganarse la vida de forma honesta.
El señor Artemio también explica que tiene problemas de salud que le impiden trabajar en la construcción u otros oficios pesados. Cuenta con recetas y comprobantes médicos del tratamiento que recibe por parte del gobierno federal. Por eso, le preocupa la posibilidad de ser detenido sin sus medicamentos, lo cual pondría en riesgo su bienestar.
Por último, hace un llamado al gobierno municipal para que se le permita continuar trabajando con tranquilidad, sin ser tratado como delincuente, y respetando su derecho a trabajar de forma digna.